Imagínate vivir con un intestino que nunca deja de estar irritado, como si siempre estuviera enojado contigo. La colitis ulcerosa es precisamente eso: una inflamación crónica del colon que puede hacer que el día a día sea complicado. No es solo un problema de ir muchas veces al baño, sino que puede afectar la energía, la alimentación y hasta el estado de ánimo.
Es una enfermedad autoinmune, lo que significa que el propio cuerpo ataca el revestimiento del colon por error, provocando inflamación y ulceraciones. Y aunque los síntomas pueden aparecer y desaparecer en brotes, cuando la enfermedad está activa, los malestares pueden ser intensos.
¿Cómo se siente la colitis ulcerosa?
Cada persona la vive de manera diferente, pero los síntomas más comunes incluyen:
- Diarrea frecuente, a veces con sangre o moco.
- Dolor abdominal, que puede ir desde una molestia leve hasta calambres intensos.
- Pérdida de peso sin razón aparente, porque el intestino no absorbe bien los nutrientes.
- Cansancio extremo, incluso después de descansar bien.
- Urgencia para ir al baño, aunque a veces solo sea una sensación de tener que evacuar.
- Fiebre o malestar general, sobre todo en los brotes más severos.
Estos síntomas no aparecen de la nada ni se quedan constantes. Pueden ir y venir, con períodos en los que la enfermedad está tranquila y otros en los que parece que todo se descontrola.
¿Por qué aparece la colitis ulcerosa?
No hay una sola causa clara, pero sí se han identificado algunos factores que pueden influir:
- Genética: Si alguien en la familia tiene colitis ulcerosa o alguna otra enfermedad inflamatoria intestinal, hay más riesgo de desarrollarla.
- Sistema inmunológico alterado: El cuerpo ataca por error las células del colon.
- Factores ambientales: Estrés, alimentación y algunos medicamentos pueden empeorar los síntomas, aunque no necesariamente causan la enfermedad.
- Microbiota intestinal desbalanceada: Un desequilibrio en las bacterias del intestino puede contribuir a la inflamación.
- Diagnóstico: más allá de los síntomas
Cuando los malestares se vuelven persistentes, es importante buscar ayuda médica.
Para confirmar el diagnóstico, se pueden realizar estudios como:
- Colonoscopía con biopsia, para ver directamente el estado del colon.
- Análisis de sangre, que pueden mostrar inflamación o anemia.
- Pruebas de heces, para descartar infecciones.
- Estudios de imagen, en algunos casos más avanzados.
Detectarla a tiempo ayuda a controlar los síntomas y evitar complicaciones mayores.
¿Cómo se trata la colitis ulcerosa?
No hay una cura definitiva, pero sí tratamientos que ayudan a mantener la enfermedad bajo control y mejorar la calidad de vida.
Medicamentos
- Antiinflamatorios específicos para el colon.
- Corticosteroides, en brotes fuertes (aunque no pueden usarse por mucho tiempo).
- Inmunosupresores y terapias biológicas, para controlar la respuesta del sistema inmune.
Alimentación adaptada
- Aunque no hay una dieta única para todos, ciertos alimentos pueden empeorar los síntomas.
- Se recomienda evitar comidas muy grasosas, lácteos, picantes y ultraprocesados.
Cambios en el estilo de vida
- Reducir el estrés puede marcar una gran diferencia.
- Dormir bien y mantenerse activo también ayuda a controlar la inflamación.
Cirugía
En casos graves o cuando los tratamientos no funcionan, puede ser necesario retirar parte del colon.
¿Qué pasa si no se trata?
- Dejar que la enfermedad avance sin control puede traer problemas serios, como:
- Megacolon tóxico, una inflamación severa que puede perforar el intestino.
- Mayor riesgo de cáncer de colon, especialmente en personas que han tenido la enfermedad por muchos años.
- Anemia, debido a la pérdida constante de sangre en las evacuaciones.
¿Cuándo consultar a un especialista?
Si los síntomas se han vuelto parte de la rutina y afectan la calidad de vida, no hay que normalizarlos. La colitis ulcerosa puede ser difícil de llevar, pero con el tratamiento adecuado es posible mantenerla bajo control y evitar que cause más problemas a largo plazo.